Un cuento digno de contar. Una y otra vez

En inglés, se empieza con “Once upon a time…”, casi una traducción literal de lo que se dice en español con “Érase una vez…”, y en Corea sabes que vas a escuchar un cuento cuando empieza “Una vez, en los viejos tiempos, cuando los tigres fumaban…”.

Esto es lo mejor de los cuentos populares: son casi universales, pero en cada cultura y en cada país tienen su propia y única manera de contarlos. Los padres inculcan estas historietas y las emociones que ellas nos regalan hasta que es el momento de que sus hijos lo hagan. Hasta hace no tanto, eran transmitidas de forma oral a la hora de dormir, y, en la actualidad, a través de audiolibros, películas y muchas más cosas. Todo el mundo, incluso los adultos, adora los cuentos porque nos pertenecen, a nosotros y a nuestros hijos. Nos traen la misma satisfacción y alegría que una vez proporcionaron a nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

Si cada cuento tiene una moraleja, quizás la de la historia de hoy sea “tómalo o piérdelo”. Porque existe una preocupación real por perder esta tradición de la transmisión oral de historias. El placer sentido por todas estas generaciones con este tipo de narrativa está desapareciendo poco a poco, eclipsado por un mundo en el que la inmediatez y el entretenimiento a demanda inundan todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas.

Es el momento de las hadas buenas

Pero no vayamos tan rápido. En realidad, estamos muy lejos del final de nuestro cuento y aún quedan hadas en este reino. Ya se están preparando para volver a lanzar su hechizo en Corea, con nuevas e imaginativas maneras de hacernos llegar su polvo de estrellas.

Curious 12 Tales es una exposición multimedia en el Insa Central Museum organizada por la empresa de producción de medios Design Silverfish y patrocinada por el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo de Corea y la Creative Content Agency de Corea. La exposición se encuentra profundamente inmersa tanto en el folklore tradicional como en la más moderna tecnología. Los proyectores láser 1DLP® D20WU-HS de Christie, espejos multimedia de cuatro caras y los hologramas de realidad aumentada impulsados por sensores alimentan cuentos que incluso los abuelos de los abuelos coreanos serían capaces de reconocer, como » Las viejas historias que empezaron con piedra y madera», «La luna y el conejo”, «Vivimos con los dioses del hogar» y «Su propio espíritu guardián». Lo curioso es que el público, ya sea joven o adulto, coreano o internacional, queda igualmente cautivado. Existe una verdad universal y reconfortante en muchas de estas historias. Después de todo, han resistido el paso del tiempo y han sido contadas millones de veces, y el placer que ofrecen sigue brillando más fuerte que nunca, y más ahora, cuando tenemos a nuestra disposición poder experimentarlas en toda su magnitud.

El lugar en el que la gente de buen corazón encuentra su camino

A menos que continuemos contando y volviendo a contar nuestras historias, pasarán a ser nada más que recuerdos. Es nuestro deber seguir contándolas con la mejor tecnología que tengamos a nuestro alcance. Hubo una época en la que esto significaba un juglar experto junto a una hoguera, y ahora podemos utilizar iluminación láser y realidad mejorada. Da igual cómo lo contemos, que la alegría y el placer que nos producen estos cuentos y sus simples mensajes permanecen. Les pertenecemos tanto como ellos nos pertenecen a nosotros, y existen lugares en los que la gente de buen corazón encuentra su camino y las intrigas diabólicas encuentran su merecido. Al fin y al cabo, tratan sobre la alegría de existir y ser humanos.

Con exposiciones como la Curious 12 Tales que ayuden a mantenerla viva, la narración de historias resistirá y todos viviremos felices y comeremos perdices a medida que nuestros cuentos sigan pasando de generación en generación. Y así es como debe ser. En Chile, todos los cuentos empiezan de la misma manera: «Escuchar para contar y contarlo para enseñar», porque se trata de seguir regalando alegría por el mero hecho de seguir contándolos. Sigue diciendo “Érase una vez” y los cuentos nunca terminarán.