Descubriendo los entresijos con James King, gerente técnico senior del Festival Internacional de Cine de Toronto

Tal y como era de esperar, James King, gerente técnico senior en el TIFF Bell Lightbox del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), se toma muy en serio sus obligaciones. Pero no solo por aquellas razones que puedan parecer obvias. Lo que le quita el sueño de noche no son los posibles fallos del equipamiento o contratiempos que puedan tener los ordenadores, eso son nimiedades que puede resolver sin mayor problema. No, es el deber que tiene para con los cineastas cuyas películas proyecta.

King es muy consciente de que, para muchos cineastas, el TIFF es el lugar en el que sueñan que sus trabajos vean la luz. Seguramente lo habrán proyectado antes por partes y en petit comité en salas de proyección y en las salas de edición, pero todavía no lo habrán mostrado ante un público en un gran auditorio. Tal y como James afirma, esta puede ser una experiencia de lo más terrorífica incluso para cualquier creador veterano, y por ello es su deber asegurarse de que hasta el último de los detalles esté perfecto. En este aspecto, James es el último eslabón de este proceso creativo ininterrumpido que abarca desde la idea original hasta el público. Si él, o su equipo, cometen algún error, todos esos meses, o incluso años de arduo trabajo, habrán sido en vano.

Los técnicos importan

Este es un claro ejemplo de por qué los técnicos en el terreno son tan importantes. No se trata únicamente de meros facilitadores mecánicos, sino que sus opiniones influyen y tienen la potestad de hacer cambios, además de ser los protectores definitivos de la perspectiva del creador y de la experiencia del público.

Ahora que el cine es un negocio basado en estándares, el principal objetivo de James es asegurar que dichos estándares se cumplen, incluso en los recintos temporales del TIFF, que no son salas de cine per se. Pero esto va mucho más allá. TIFF tiene un grupo de representantes técnicos cuya única función es guiar a los cineastas por los aspectos técnicos de su proyección.

Se trata de personas altamente cualificadas, que se sientan con los directores en el auditorio para explicarles, guiarles y aconsejarles, a la vez que dan notas a los técnicos que se encuentran entre bambalinas. Esta retroalimentación de información permite que la visión original de los cineastas se siga al pie de la letra.

El proceso es el mismo para los últimos dispositivos RGB de láser puro como el CP4450-RGB de Christie, o para las películas en 70mm y 35mm. Aunque bien es cierto que estar a cargo del digital es más fácil (James dice que la mitad de su espacio de almacenamiento está dedicado a repuestos para proyectores de cine difíciles de conseguir), lo más importante, al final, es la intención creativa, no los medios.

Encajar con su visión

James dice que las comparaciones que la gente suele hacer entre el cine y el teatro en directo son erróneas, así que le gusta pensar que su trabajo se parece más al de un editor. Su trabajo es representar fielmente lo que ya ha sido creado sin añadir ni interpretar de ninguna manera. “Tienes a un cineasta con unas expectativas que le llevan a pensar que, simplemente porque ha hecho un buen trabajo en la producción, nuestras visiones van a encajar a la perfección”, dice James. “Solo de esa manera será posible que todos los diferentes públicos tengan la misma experiencia, la que el creador pretende, sin importar las veces que hayan venido al teatro”.

Es verdad que los estándares cinemáticos modernos tienen un gran peso en este aspecto, pero lo que importa es la dedicación de James en alcanzar esos estándares. Sí, como gerente técnico en el TIFF Bell Lightbox cuenta con la ventaja de poder preguntar a los creadores sobre su visión, para así después hacer coincidir su propio trabajo con la visión de estos, pero hay una infinidad de técnicos en la sombra que no gozan de ese reconocimiento, que hacen el mismo trabajo de James por todo el mundo. No deberíamos olvidar nunca lo mucho que importan.