Estamos aquí reunidos. Black Hole — End of Time, de Paul Alty.

Las iglesias siempre han sido lugares de reunión. Por eso las congregaciones se llaman así. ¿Pero qué ocurre cuando se desmantela una iglesia? ¿Debe perder su función de crear comunidad?

La Old Christ Church de Liverpool (Inglaterra) no lo hizo. Conocida entre los lugareños como “la catedral de los marineros” porque su torre era el primer lugar de Liverpool que los marineros veían al regresar a tierra, su función religiosa terminó en 1982. Pero la comunidad no estaba preparada para abandonar el edificio.

Extraordinario

Gracias a los voluntarios y a The Friends of Old Christ Church, sigue siendo un lugar de encuentro. Tan pronto alberga un taller de alfarería, como una exposición de arte, o la World Ship Society se reúne allí para celebrar el pasado marinero de Liverpool. Y, con un poco de suerte, se puede ver uno de los extraordinarios espectáculos inmersivos de Paul Alty’.

Los espectáculos de iluminación en iglesias no son nada nuevo. Son muy pocos los edificios religiosos de importancia que no hayan sido recorridos por la luz de un láser en la última década. Pero las experiencias increíbles e inmersivas que Paul crea son distintas de principio a fin. Diseñador de iluminación de profesión y músico de vocación, Paul se deja guiar por su propia chispa creativa. Su trabajo es de cosecha propia, y eso es lo mejor de todo.

La historia de un tipo llamado Jim

Black Hole — End of Time nació en la imaginación de Paul y en el estudio de su casa. Según cuenta él mismo, “es la historia de un tipo llamado Jim, que juega a mezclar sustancias y, en uno de sus experimentos, termina creando un agujero negro detrás del reloj de pared de su abuelo. Y el agujero negro ‘se traga’ el tiempo de Jim”. Por tanto, no es una proyección mapping común y corriente.

Para pasar de las ideas a los hechos, Paul necesitaba un sitio, así que se dirigió a The Friends of Old Christh Church. Y nos explica: “al principio, alquilamos el lugar a modo de prueba, solo para ver si funcionaba, pero en cuanto vieron el espectáculo, me ofrecieron la iglesia a cambio de la recaudación de las entradas, o sea, prácticamente gratis”.

Su fe no estaba injustificada. Paul se encontraba aun desmontando los aparatos tras la primera representación cuando el público ya le preguntaba cuándo volvería a actuar. Incluso antes de que el boca a boca y las redes sociales hicieran su trabajo, Black Hole — End of Time ya había agotado las entradas de un segundo espectáculo, al que siguieron muchos otros.

Aspiraciones aún más grandes

Sin embargo, esta vez, Paul ya tenía objetivos más ambiciosos: “tengo un amigo en Alemania, Rocco Helmchen, que diseña contenido para planetarios y espectáculos para cúpulas que se ofreció a proporcionar contenido adicional para el segundo espectáculo. Así que, nos hicimos con varios proyectores Christie para proyectar el contenido por los pasillos, los pilares y el techo gótico”.

Y todo ello gracias a una idea surgida en un estudio casero durante el confinamiento. No hubo patrocinador oficial, ni un gran equipo de producción, ni una brillante campaña de marketing. Solo Paul, sus amigos y familiares, y una iglesia decidida a seguir siendo un lugar de reunión para su comunidad y para todo aquel que desee visitarlo.